-Un accidente aéreo sobre la tupida selva amazónica, trajo consigo la muerte de tres personas y el comienzo de la difícil aventura de 4 niños –de once a un año de edad-, de regreso a la “civilización” luego de más de un mes de supervivencia.

-Se confrontan así dos realidades: una, determinada por la naturaleza misma, la selva y, otra, creada por el proceso civilizador del ser humano que ha divorciado abruptamente las casi invencibles realidades del mundo y sus nuevas realidades: ciudad versus naturaleza.

La sabiduría de los niños, aprendida por la convivencia con lo selvático, permitió su supervivencia y su final rescate; de otro modo, hubiesen perecido.

-Un protagonista de esta aventura de vida y muerte, la promovió Wilson, el perrito rescatista que al parecer se lo devoró la selva a pesar de los esfuerzos en su búsqueda. Drama de vida y muerte en la que el perro rescatista, al servicio de la vida humana, ha entregado toda su capacidad que ojalá sea ejemplo de valor y solidaridad para los seres humanos.

Dramática lección para entender el valor de vida que tienen los bosques y las selvas surtidores de oxígeno, fuentes de agua y garantías de supervivencia humana. Y lección para entender que etnias y culturas ancestrales como las de los niños de la aventura, son los sabios jardineros de la selva, sus cuidadores y sus amigos, cuyo papel debiera reconocerlo el Estado remoto como los verdaderos guarda-bosques ante los que arrasan esas realidades para explotar sus entrañas, tumbar sus bosques, explotar sus maderas, montar ganaderías o cultivos ilícitos.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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