Las fiestas de antaño fueron la época esperada de la infancia para soñar y encontrarse con sus fantasías, son ahora por cuenta del comercio y la cultura del consumo, verdaderas bacanales del gasto y el abuso donde los niños desaparecen del escenario decembrino que a su vez se convierte en desmanes de falsa alegría en medio del derroche.

Propósitos universales que debieran congregar a las sociedades en torno a necesidades fundamentales como la moderación del gasto, el control del clima, la polución del aire, medidas contra la infección de los ríos y las costas con basuras y desechos, casi que no existen o se ignoran claramente.

Por eso el desear feliz navidad y próspero año nuevo en tales circunstancias de depredación, no solo es un grotesco lugar común sino una burla gregaria a la vida. Un buen mensaje entre humanos sería la fraternal invitación a la solidaridad humana y el respeto a la naturaleza; a la reflexión frente a los afectos y respeto que debemos a nuestros animales como signo de paz entre los seres humanos. En estos términos, feliz año para todos.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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