Mañana se registra en el calendario ambiental, como el día mundial de los humedales. Por tratarse de todo un maravilloso mecanismo de la naturaleza, éste del agua y sus procesos y funciones, la Fundación Amigos del Planeta ha creído conveniente reunirlo con los páramos y concretar nuestras inquietudes en lo que es y ocurre con los sistemas hídricos de la sabana de Bogotá.

De los páramos nos hemos ocupado muchas veces y reiteramos la necesidad de saber que Colombia tiene el mayor número de ellos en una región y que el páramo de Sumapaz, en el borde oriental de la capital, es el más grande del mundo; es decir, que es patrimonio nuestro, la enorme fábrica de agua de la cual dependemos.

El complejo sistema de la sabana de Bogotá comienza en esos acuíferos en los que la neblina impenetrable, los enigmáticos frailejones y demás flora del extenso territorio andino, su fauna amenazada y sus diminutos cauces de agua cristalina, dan comienzo al formidable aparato de la vida sabanera. El agua libre, discurre por entre los cerros hasta llegar a la planicie por medio de quebradas y ríos trasversales que complementan su mecanismo con el régimen de lluvias y los depósitos hídricos –humedales- que establecen el equilibrio de las corrientes, mientras éstas entregan al gran río Bacatá sus torrentes. Son los datos para su noble biografía y explicación de la Sabana de Bogotá.

Los hechos históricos, dan cuenta de que los muiscas, primitivos pobladores de estas tierra, eran cuidadosos y celosos navegantes de los humedales que, con la llegada de las civilizaciones fueron agonizando bajo el peso de los adobes y las vigas de la primitiva urbe hispana. La presión de la ciudad comprimió sobre sus propios cuerpos, el agua descompensando de esa manera el sistema hídrico natural, hoy en peligro por fuerza de la ambición de urbanistas, vanidad de los gobernantes y falta de conciencia de los habitantes; estamos en alerta.

Alerta, porque el sistema no aguanta más presiones, porque páramos, corrientes, humedales y desboques, están infectados por el hombre-ciudadano y sus basura y destrozos, por la capacidad depredadora y los intereses económicos que la alimentan.

El sistema hídrico sabanero es una conexión matemática de vasos comunicantes desde el páramo y sus quebradas, los humedales como el Van Der Hammen y, el río Bogotá, longitudinal receptor de las corrientes. Contra ese majestuoso y necesario, pero frágil mecanismo hidráulico y de vida, conspiran quienes a nombre de la administración pública y desde los escritorios de los banqueros, usureros y urbanizadores, arremeten contra la vida de Bogotá y sus entornos.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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