El mundo ha escogido la actividad del reciclaje para recordarlo, como una de las gestiones colectivas e individuales que comprometen al hombre-productor, al humano-consumidor, al generador de basuras, sobrantes, desechos y desperdicios.

No es como lo era antes, un acto de educación o cortesía o la simple actitud de “deshacerse” de lo que no sirve, ensucia o estorba.

Hoy, es un derecho ante los ordenadores sociales; es una obligación social de los ciudadanos y una necesidad del bienestar colectivo. Reciclar, volver a utilizar lo usado o transformarlo artesanal o industrialmente, es actividad creadora urgente antes de que los mares, las laderas, los prados o los ríos sean el destino fatal de los sobrantes. Su realidad supone la existencia cada vez más necesaria y profesional de quienes lo hagan a cambio de un sueldo, ganancia o remuneración, según el caso.

Es urgente empezar por respetar y agradecer a quienes se dedican a este oficio de contenidos cívicos y reconocer su labor colaborándoles mediante la racionalización aplicada en los sitios, empaques y horarios para que lo reciclado se aísle oportunamente de lo no reciclable como los biodegradables que tienen otro destino. Felicitaciones y agradecimientos al reciclador.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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