La Amazonía juega un rol fundamental para mantener el equilibrio en el planeta, además de ser una de las mayores reservas de carbono, es un ecosistema clave para estabilizar y regular los patrones climáticos regionales y globales.
La Amazonia, está en riesgo, el 18 % de sus bosques se ha perdido por completo y un 17 % adicional está degradado. La pérdida de cobertura forestal sigue creciendo y el deterioro del Amazonas está llevándolo al punto de no retorno – el momento en el cual todo el ecosistema dejaría de ser una selva tropical, sin posibilidad de recuperación -. La pérdida de este bioma afectaría el sustento de alrededor de 47 millones de personas que viven en la Amazonia, y al 10 % de la biodiversidad del planeta, agravando las crisis mundiales del clima y la naturaleza. Su deterioro pone en jaque la seguridad alimentaria.
Es necesario actuar inmediatamente, detener la deforestación, la minería ilegal de oro y uso de mercurio, la ganadería extensiva, los cultivos ilícitos, los incendios provocados por el hombre y por las sequias.
Es vital mantener la salud de los ecosistemas, su integridad y la conexión entre ellos, para mitigar los impactos de eventos climáticos extremos y garantizar los servicios eco sistémicos, como agua potable y los alimentos.
Perder la Amazonía cambiaría drásticamente el clima de América del Sur, empeoraría la seguridad alimentaria, intensificaría la crisis climática y, en última instancia, afectaría a todo el planeta.