El proyecto de la Avenida ALO no es la única amenaza que el desborde urbanístico de la capital ha enfrentado a la seguridad ambiental del altiplano sabanero.

En efecto, los bordes urbanos de la capital Bogotá, han sido objeto de amenazas y de daños motivadas por la expansión de la urbe, empujada por el negocio urbanístico legal e ilegal. Hace varias décadas la opinión se ocupó de “LA AVENIDA DE LOS CERROS” cuyo trazo sobre el borde oriental significaba daños geológicos irreparables que ocuparon la atención de proyectistas urbanos y que dio lugar a grandes debates públicos y privados; las fórmulas alternativas dieron para que se construyesen fastuosos barrios semi-clandestinos y para que con el tiempo las debilidades geológicas produjesen no pocas alarmas y desastres. Y qué decir de las canteras, las invasiones y el “volteo” de tierras que generaron urbanismos sin servicios ni licencias, dada la presión de migrantes desplazados por las violencias de los años 40s, 50s, sesentas.

En los últimos años, los humedales y bosques sabaneros fueron devorados por el poder político de los constructores y poderosos urbanistas, en el occidente y norte de la sabana. El debate sobre la avenida que nos ocupa –ALO-, permitió el estudio y la intervención de técnicos y ecólogos que advirtieron desde entonces el riesgo de atorar, literalmente, todo el sistema de lluvias, corrientes, aguas subterráneas, humedales; del equilibrio de vida de flora y fauna y sus funciones esenciales para el orden social y políticos-administrativo de la gran ciudad.

Luego de daños e imposiciones de pasadas administraciones, sin reducir los riesgos, insisten en la mega obra, privilegiando el desborde urbano por sobre las urgencias ecológicas. Y por boca del actual secretario de planeación del distrito, Miguel Silva, se dice que “A la ciudad se le planteó un falso dilema entre una infraestructura necesaria de educación superior, versus una
vía y nosotros estamos convencidos de que las dos cosas se pueden hacer”(El Tiempo, 12 de mayo de 2024, pág.4.3), afirmación que ignora el debate que en su tiempo se dio por altas autoridades académicas y administrativas. La discusión y realidades no son nuevas; La exalcaldesa López advirtió en su momento que la vida no se podrá hacer porque “tendríamos
que pasar por encima de los humedales de Tibabuyes y la Conejera, de los Bosques Las Mercedes y afectar la reserva Van Der Hammen”. Susana Muhammad, la actual ministra de ambiente también ha protestado: “La reserva Tomas Van Der Hammen –ha dicho- debe respetarse así como la ruralidad de Suba”.

Sobre la reserva Van Der Hammen dijo Germán Andrade ( El Espectador junio 9 de 2024 en página 45) “en escenarios de cambio ambiental acentuado, su valor ambiental (el de La reservas), podría ser irremplazable…por eso seguir argumentando que no es reserva…devela las intenciones de proceder a urbanizar”.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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