Por razones ecológicas y de salud pública de toda la región Caribe, Luis Carlos Galán, entonces senador de la república, entabló un serio debate frente a la perspectiva de la explotación carbonífera en El Cerrejón, advirtiendo los daños geológicos y los producidos a la población por la contaminación de las aguas y el aire, entre otras varias razones.
Con el tiempo, la mega-explotación y exportación del fósil energético, pesa como una pesadilla: “Después del carbón lo que quedó de la explotación minera del Cesar” es el titular de El espectador, junio 9 de 2024, página 18 y 19) que lo dice todo. En efecto, los explotadores por concesión de las minas, luego de 20 años, renuncian inesperadamente a sus títulos mineros: Glencore y Drummond explotaron desde 1990 esas minas, trayendo y atrayendo grandes expectativas y trabajadores, dejan su trabajo luego de haber creado con violencia, graves calamidades para la paz de los habitantes y ahora enfrentados a la desocupación amén de la baja internacional de los precios y las políticas de reemplazo del carbón por energías limpias quedando el Estado colombiano sujeto al desastre social y ambiental.
Y la Contraloría en 2022 advertía que “existe suficiente evidencia en la literatura científica de los impactos derivados de la minería del carbón” impacto en la salud, el turismo y también en los bosques y los ríos que de paso fueron desviadas de su curso natural y causantes en buena parte de la crisis del agua, las emergencias y la corrupción que hoy se delata.
Fuente: Fundación Amigos del Planeta.