Los negacionistas que –ellos sí-, con criterios ideologistas pretenden ignorar la crisis ambiental que ronda y crece sobre el planeta, tan evidente en nuestros días, consideran que tanto las evidencias científicas como las realidades objetivas del desastre ambiental y sus causas especialmente antropogénicas no existen, achacan a sordos planes “izquierdistas” y comunistoides las alertas prudentes de los ambientalistas que son para ellos, enemigos del desarrollo y el progreso.

Los cambios bruscos y acelerados del régimen estacional y de lluvias verificable en todos los continentes de nuestra geografía mundial; las altas temperaturas inusitadas en épocas no usuales ( que sobrepasan los 40 grados centígrados), las quemas e incendios incontrolables en los bosques de Canadá, California, el Medio Oriente, las amenazas del llamado fenómeno del niño que ya tienen a Montevideo a portas de una tragedia urbana (agua potable apenas para diez días), los movimientos geológicos y el desplazamiento de la fauna, la muerte del mar y de sus complejos biológicos, para citar algunos de los fenómenos reales, nada importa para quienes convirtieron la vida en una mercancía para el poder y el dinero de unos cuantos que gobiernan el mundo.

No se libran de su negacionismo, ni las etnias ancestrales, los protectores de los bosques, los páramos y las selvas tropicales, y los ambientalistas, a quienes, por serlo, son víctimas de atentados y de la muerte, tal como ocurre en Colombia. Y mientras tanto, al costo de millones de dólares, se dan el lujo exclusivo de viajes espaciales con el pretexto de encontrar morada en otros planetas o escarbar el pasado de un desastre submarino de hace cien años por la cual curiosidad sucumbieron en su grotesca aventura la semana pasada. Locuras que hacen parte de ese negacionismo catastrófico, mientras la existencia perece aceleradamente…

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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