Animales amputados, domados con torturas para variados objetivos, conforman desde hace mucho tiempo una dolorosa galería de crueldades producidas por el ser humano contra toda suerte de seres vivos: desde elefantes, hasta cucarrones, desde insectos hasta peces; desde mamíferos hasta reptiles, desde felinos hasta aves, desde animales domésticos hasta seres de la fauna silvestre.

En nuestra Fundación, hemos advertido, notificado a las autoridades y condenado multitud de procedimientos que poco hablan del animal inteligente y sensible que dice ser el ser humano.

Por razones de sensibilidad y solidaridad, nos hemos opuesto a diversiones grotescas como las riñas de gallos, la llamada tauromaquia y sus derivados, las peleas caninas, los espectáculos de circo con animales o los zoológicos de interés comercial; los abusos de cocheros con tracción animal, el embarque de ganado en pie, el horrendo atavismo de la cacería, la explotación de bueyes y caballos en faenas laborales…

Las leyes sobre el particular, con debilidad y esguinces leguleyos, han sin embargo, progresado creando conciencia ciudadana respecto del trato y el respeto debido a los derechos de la naturaleza y de los animales, y cresado sanciones económicas y penales a los transgresores. Pero falta mucho por hacer.

Alertamos cuando los señores del narcotráfico, con la aprobación y omisión de las autoridades, importaron para su exhibicionismo y poder, animales extraños que luego fueron y siguen siendo problema grave en muchas regiones del país.

Los hipopótamos de don Pablo en número de 80 individuos reconocidos hoy, plantean soluciones dramáticas y alertas múltiples. El caso de cambio de hábitats de un oso de anteojos expuesto en esos climas del zoo de Barranquilla, produjo
protestas y decisiones judiciales tanto como ocasionalmente el múltiple y lucrativo delito del contrabando de especies; los experimentos que pusieron al borde de la extinción a micos del amazonas por parte de Elkin Patarroyo, también abrieron un debate público y así mismo, los tóxicos que amenazan a las abejas en todo el país.

Desde los EE UU nos informan que luego de 50 años de cautiverio y el suicidio demostrado de su parejo, dan controvertible libertad a la ballena (horca?, delfin?) presa y sometida desde sus cinco años de edad para diversión de los turistas. Y entre tanto, en Colombia que no se puede quedar atrás en estos desmanes, la gobernadora del Atlántico inaugura fastuosamente en un parque el “lago de los cisnes”, implantando por fuera de toda razón y mintiéndole a los incautos, que dos gansos de otro hábitat, eran cisnes aptos para la decoración barranquillera.

Falta que nos traiga al pato Donald, para completar la dolorosa ridiculez.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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