La Convención RAMSAR también incluye las ciénagas dentro del concepto de humedales en tanto cumplen funciones iguales al resto de depósitos de aguas (lagos, lagunas, humedales, etc.). Son en su zona reguladoras permanentes de los caudales y las lluvias, fuentes naturales de agua y preservadoras de la biodiversidad que incluye aves, reptiles, anfibios, mamíferos, plantas, manglares, corales.

Dos son los lugares de la costa atlántica: en Santa Marta y el río Magdalena, consideradas de importancia mundial, pero que han sido desafortunado objeto de intervenciones humanas a nombre del desarrollo con sus negativas consecuencias (mezcla indebida con las aguas marítimas, formas regulatorias de los cauces del canal del Dique). Estos últimos tienen una extensión de 27 kilómetros que sumado a las quemas, talas y las sequías, destruyen el sistema.

Otro tanto ocurre con el río Baudó de 180 kilómetros de extensión afectado por la tala del mangle, la pesca y la industria minera, legal e ilegal. En septiembre de 2014, un informe realizado por María Paulina Baena (periodista de El Espectador), reconoce el esfuerzo de las comunidades de Tribugá y sus planes de manejo de los manglares para combatir su explotación que va en detrimento de la pesca artesanal de la cual derivan las comunidades su sustento, amenazado además por la pesca de escala industrial de empresas transnacionales. Además, la explotación minera que tiene un triste y largo historial, promovido entonces y ahora por industrias poderosas extranjeras a las que se suma la minería ilegal; todo ello contribuye a la muerte de los manglares y sus nefastas consecuencias de vida.

Daños similares se causan en los complejos acuíferos de extensas zonas amazónicas y la altillanura: Inírida- Orinoquia donde destruye el “hombre civilizado”, no solamente el sistema regulatorio de las aguas, sino también tesoros pre-históricos del arte precolombino, residen allí contra toda amenaza inminente de destrucción, 900 especies únicas de plantas,200 mamíferos, 40
anfibios, entre ellos, la nutria, el jaguar y el delfín. Contra esa realidad, actúan criminalmente los explotadores mineros del coltán y el oro, con vertimientos de mercurio, la tala y la ganadería intensiva, contando con la ausencia cómplice del estado o su ausencia total.

Aquí y allá, en el Pacífico, el Caribe, la amazonia, la llanura, las malas prácticas turísticas ayudan a depredar los santuarios naturales: la manera como se destruyen los corales en la isla del Rosario, el maltrato de la sierra nevada de Santa Marta, la aniquilación de bosques y selvas primitivas en el Amazonas, la explotación del petróleo en la llanura, los plantíos ilegales, la tala de los madereros, la ganadería extensiva, conforman el drama nacional que atenta contra la naturaleza.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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