Los daños humanos y naturales como fruto del uso y mal manejo de la pólvora (fuegos artificiales), no solamente no disminuye sino que crece con el avance de los días decembrinos. Sin embargo son notorias las difusiones de medidas gubernamentales y policiales sobre el control de venta y uso o manipulación de objetos de pólvora, pero que nada agregan a la precaución, distribución y uso irresponsable de ella. Las cifras de mutilados y heridos humanos por su causa, van a diario en alarmante aumento; el daño causado a animales domésticos que incluyen pérdida, muerte, y crisis a veces agresivas de gatos o perros de compañía aumenta de acuerdo a los denuncios; el daño a la fauna silvestre, especialmente a especies de aves e insectos, se registra en aumento y no faltan los incendios y explosiones, urbanas y rurales por la misma causa; el alto nivel de decibeles, el envenenamiento con la pólvora del aire y las aguas es evidente y, todas las medidas de precaución y vigilancia apenas si se nota en inofensivas recomendaciones y no pocas veces en franca convivencia entre autoridades, empresarios, transportadores, distribuidores, venteros y usuarios irresponsables de insumos, explosivos y artículos de la polvorería. Falta una visión integral; que controle la comercialización de insumos, casi todos peligrosos; que reglamente con licencias serias a los fabricantes y procesadores, teniendo en cuenta su peligrosidad, capacidad tóxica y el alto grado de polución; que su transporte sea seguro y vigilado; que los centros de acopio y venta cumplan con mínimos requisitos de seguridad y que su uso no perjudique con ruidos, incendios y explosiones al ser humano, los animales domésticos y de compañía, la fauna, el agua y la flora. Falta mucho por hace y mucha conciencia ciudadana y cívica para denunciar, acatar las normas y ética en la vigilancia y control públicos.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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