Un paquete de conmemoraciones mundiales en el mes de marzo, enlazan factores fundamentales de la vida del mundo: vida silvestre (3 de marzo), día de los bosques (21 de marzo) y día del agua, el 22 de marzo. Por eso la Fundación Amigos del Planeta hace énfasis en tales acontecimientos y los hace suyos a lo largo del mes, entendiendo como entiende que la vida silvestre, los bosques y el agua son elementos indisolubles que hacen parte del mismo hecho vital, razón de ser de nuestra existencia.
No es, desde luego, la primera vez que nos ocupamos de estos temas cruciales, de su crítica realidad actual, de las amenazas que sufren, especialmente por cuenta de las acciones del hombre y sus poderes.
La vida silvestre es la vida de las selvas, de la flora, los árboles, en todas sus dimensiones de entorno, de diversidades, de ubicaciones, y del complejo biológico que encierran tanto como de sus funciones físico-químicas para la vida de los demás. El crecimiento de las “civilizaciones, la dimensión creciente del urbanismo y sus requerimientos de servicios, higiene, consumo y espacios, constriñen y limitan de alguna manera “la libertad” natural del universo silvestre. Las ambiciones humanas irresponsables y sus organizaciones de desaforado consumo se portan como los verdaderos enemigos de su entorno silvestre y en consecuencia del futuro de todos: plantas y árboles, animales y humanos. Los desequilibrios propiciados por esa actitud irracional del hommo sapiens producen las crisis que significan el deterioro de los suelos, los cambios climáticos, el agotamiento de las fuentes hídricas y el régimen de lluvias, el sacrificio de la biodiversidad que en su conjunto conllevan la sed y el hambre universal, la universal asfixia por el deterioro del aire y el agua ; finalmente, la guerra entre racionales por el aire, los espacios, la comida y el poder. Y…, en esas estamos ahora, ignorando con prepotencia la vida silvestre a la cual nos debemos.
Fuente: Fundación Amigos del Planeta.