Desarraigar la mascota desde su propio hogar, que es una manera triste de romper el corazón de muchos (niños, amos, animalitos), hace parte de las crueldades impuestas por una modernidad que cree que los animalitos de la casa son cosas que se pueden desechar por cualquier razón igualmente cruel.

Cuando empezaban las vacaciones de temporada en Europa, la avenida perimetral de Paris, ciudad que se admiró por su sensibilidad con los animales de compañía, increíblemente dejaba a su buena suerte a perros y gatos a la vera del camino para tomar la carretera con destino a sus vacaciones; lo hacían – y algunos lo hacen aún-, sin ningún remordimiento ni recordar la acumulación de afectos y caricias mutuas entre amos y mascotas; donde empezaban las vacaciones de mar y campo de los parisinos, comenzaba el drama doloroso de sus compañeros animales, al borde de la carretera.

En Colombia no deja de suceder lo mismo; son cientos los animales abandonados por cuenta de las vacaciones de finales y comienzos de año; es una de las modalidades por la cual la orfandad y el desamparo acosan a los animales de compañía. Ni ante autoridad alguna ni ante la propia conciencia, los irresponsables de esta crueldad responden y son muchos y frecuentes los casos en esta época de descanso.

La leyenda bíblica en el caso de Noé ante el diluvio, más allá del refugio de cientos de animales en el arca para salvarlos del naufragio, deja una sabia enseñanza: el mundo no podría ni puede existir sin la supervivencia de las demás especies y si el hombre egoísta cree sobrevivir y salvarse solo, es imposible porque la naturaleza tiene sus normas vitales y supremas. Sin la vida de los demás seres que pueblan la tierra, es imposible que el hombre superviva.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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