La radio informa sobre el conflicto de campesinos de la región cundinamarquesa y los perennes habitantes de esos páramos, los apreciados y esquivos osos de anteojos.

Los campesinos se quejan de la presencia dañina de un oso entre sus potreros donde pastan las reses y que al parecer han causado daño a esos animales domésticos de corral.

Los airados campesinos protestan frente al oso y su especie creyendo injustas las normas que establecen cárcel a quienes atenten contra la vida y el hábitat de esos plantígrados en peligro de extinción. Sobre esto es entendible la ausencia de pedagogía por parte del Estado y sus autoridades.

El oso de anteojos es un animal de nuestros páramos, ancestral habitante de esas regiones que rehúye al humano por lo cual es difícil encontrarlo; es el jardinero de los bosques que se alimenta primordialmente de frutos de la tierra y excepcionalmente de pequeños mamíferos, cuando factores ajenos agotan su comida.

En el caso de la ganadería extensiva como el que comentamos, la frontera agrícola y ganadera es corrida por ganaderos para aprovechar para el ganado las yerbas nutritivas, destruyendo esos bosques, tal como lo hace la ganadería extensiva en grandes espacios y hectáreas de selva en el Amazonia, con graves consecuencias ecológicas y ambientales.

Preservar nuestro oso de anteojos, es preservar y respetar sus espacios; es cuidar el futuro común de campesinos y animales silvestres y sus espacios para bien de todos.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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