La semana que concluye este domingo, estuvo consagrada por la religión católica al recordatorio de la pasión de Cristo, motivo por el cual existen costumbres y liturgias que atentan contra la naturaleza. Tal es el caso de los ramos elaborados con palmas que recuerdan el día de las palmas en Jerusalén, pero que atenta contra la palma de cera –insignia nacional- y contra los loros orejiamarillos que en ellas habitan.

Otro uso de los gastrónomos para esta época consiste en el salvaje sacrificio de las hicoteas para brindarse un banquete singular que extermina a las tortugas o, la masacre de iguanas para extraerle los huevos para luego abandonarlas a la tortura de una agonía criminal.

Los paseadores de semana santa son autores también de la contaminación de ríos con sus desperdicios o la quema de bosques luego de su paso por ellos en son de asados o piquetes.

Y qué decir del tráfico de especies silvestres cuyo negocio se acrecienta para estos días “santos” o el infame deporte de la cacería. Es una somera enumeración de todo cuanto puede hacer el piadoso ciudadano como depredador a propósito de las “fiestas” de semana santa.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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