Homero era la mascota de María Fernanda Echeverry, un hermoso y consentido perrito de raza American Bully que la acompañaba en todos sus viajes; el miércoles pasado emprendieron un viaje desde Puerto Asís a Cali y por razones que aún no son muy claras Homero tuvo que viajar en la bodega del avión y al llegar a su destino le dan la noticia de que su perro había fallecido durante el vuelo. (https://www.elespectador.com/noticias/nacional/la-historia-de-homero-un-american-bully-que-viajo-en-easyfly-y-llego-sin-vida-a-cali/).

Al comprar el tiquete en la aerolínea EasyFly, María Fernanda aclaró que solo viajaría con su perro en cabina y fue autorizada, sin embrago al momento del abordaje la aerolínea negó el derecho con razones técnicas y de protocolo que están por demostrarse suficientemente y María Fernanda aceptó el traslado de Homero en la bodega, caso para el cual existe un riguroso protocolo común en el mundo para todas las empresas aéreas.

El drama del perro nadie lo sabe pero llegó muerto a su destino tal vez por hipotermia y asfixia como se infiere por los videos y las explicaciones de la misma empresa. El drama de su María Fernanda comenzó al encontrar el cadáver de Homero, envuelto en plástico y debajo de otros varios paquetes cargados en la misma bodega y al parecer, en iguales condiciones.

Vale decir que a Homero la empresa le dio el trato de “paquete” y lo embaló como cualquier mercancía.

Como son de antiguo conocidas mundialmente las normas universales que regulan el trasporte de animales en empresas aéreas, lo menos que se debe solicitar con toda energía y dolor, es la investigación “exhaustiva” al funcionamiento de la empresa EasyFly, y a la idoneidad de sus funcionarios y empleados para determinar las correspondientes responsabilidades, no solo de tipo contractual sino frente a las normas penales relacionadas con el maltrato animal de la legislación colombiana y que pudieran violarse en el caso de Homero.

La Fiscalía, -dice el informe-, (https://www.infobae.com/america/colombia), todavía no sabe con certeza si en el caso se cometió un delito que el sentido común y para nosotros, es un crimen que vulnera la vida del perro muerto, la vida afectiva de su familia y el sentimiento social que no se cansa de conocer dramas similares, fruto de la indolencia, el sentido mercantil que convierte la vida de cualquier ser vivo, en una vil mercancía.

Que en este caso reprochable como en varios otros que hemos comentado, actúe la justicia y se apliquen con rigor las normas y sanciones que correspondan.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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