Se trata de una vieja y tenebrosa historia de cómo esta región declarada de protección y conservación ha sido, junto con sus habitantes indígenas, cuidadores, conservacionistas e investigadores ambientales, víctima de toda suerte de mafias y criminales: fue utilizada para sembradíos de marihuana, en épocas pasadas y caleta del contrabando, lo produjo una violencia sufrida por pobladores indígenas de la sierra y depredación del sistema ecológico. El paramilitarismo asoló la región y produjo genocidios y desplazamientos para establecer un poder que aún pervive.

Invasores de tierras costas y playas, con pretextos turísticos y malas alianzas, vienen desplazando, construyendo y privatizando playas, ríos, senderos y santuarios; amenazan a indígenas y no hace muchos días se informó sobre la muerte de una pareja de ambientalistas en manos de criminales interesados.

Esta semana que pasó, se proclamó una vez más la orden de agencias estatales y la apertura, una vez más, de investigaciones ante el hecho de la invasión de playas, costas, sierras para adelantar un complejo e ilegal proyecto turístico. Ojalá no sea un acto más de la comedia en la que pareciera que los delincuentes se imponen con el dicho de los mañosos conquistadores de antaño: “Se Opero no se cumple”.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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