En unos y otros temas relacionados con los más diversos aspectos del medio ambiente, los ecosistemas o la biodiversidad, es inevitable encontrarse con el enunciado de las licencias ambientales, lo que en principio, bien habla del ordenamiento legal y administrativo de Colombia (“país de leyes”) en asuntos medioambientales. Sólo que desde las redacciones confusas hasta las malas interpretaciones, convierten las buenas y necesarias intenciones ecológicas en una confusión que termina por favorecer precisamente a los que atentan contra la naturaleza.

Casos hemos visto en asuntos legales y de decisiones judiciales sobre temas como la tauromaquia que excepcionalmente puede evadir la prohibición del maltrato animal, penalizado por la norma. En asuntos mineros la cosa no es diferente: Las consultas populares para efectos de exploración o explotación, las maromas verbales de los intérpretes burócratas, la convierten en una burla y si de fronteras agrícolas, acuíferos de páramo, selvas tropicales, parques nacionales o reservas, se trata, las licencias por arte de magia ponen a caminar los linderos a fin de favorecer a poderosos interesados. Tal ocurre con las minas de oro y sus trámites de legalidad, los límites de páramos como el de Santurbán, las rondas de los ríos, los permisos de ganadería o agro cultivos industriales y por supuesto el tema debatido de la aplicación de herbicidas en los plantíos de coca y alrededores o la aplicación de fracking en las exploraciones petroleras.

A este espectro de licencias corresponden las quejas y curiosidades de la gente común que nos preguntan por tal o cual licencia para cazar o capturar animales de la fauna silvestre o agrícola, cuyas decisiones se esconden en un océano de tecnicismos y palabras de confusos documentos.

Dos noticias puntuales  que damos traslado a los expertos a efectos de su verificación e interpretación.

La primera: El curioso se enteró casual y parcialmente de una licencia otorgada por la ANLA a la Sociedad Tesoros de Colombia Sostenible FARM S.A.S. para capturar y retener en un espacio veredal de Nocaima, Cundinamarca, un sinnúmero de especies que incluye 24 especies nuevas y autoriza el permiso de caza para lograrlo. La especificidad se remite a especies de insectos que incluye mariposas y otros lepidópteros, batracios de diversas especies y otros insectos y reptiles cuyo destino se convierte en un enigma.  Sería útil la explicación de la agencia que otorga este tipo de licencias a fin de saber el destino de los animales, el uso de los mismos y la explicación de sus promotores. (Se trata de la resolución ANLA No.02370 de diciembre 10 de 2019).

La segunda: Muy parecida a la primera, se trata de una licencia para otorgar permisos de caza de aves de la fauna, (tucanes, gallitos de roca, etc.) permiso que según el informa, se ha suspendido por parte de las autoridades (fuente: noticieros radiales de la mañana, 26 de octubre de 2020).

La justa curiosidad de nuestros interlocutores temen que sean industrias de aparente servicio ecológico con fines económicos de tráfico de especies, para exhibición turística o de laboratorios clandestinos de drogas, fármacos y afines.

Fuente: Fundación Amigos del planeta S.H.

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