I- Las costumbres viejas y nuevas de complementar en nuestro territorio, las alegrías, las celebraciones o las conmemoraciones del orden personal, social-colectivo, religioso o familiar con el uso indiscriminado de la pólvora constituyen en realidad un atentado permanente contra el ser humano, la familia y la sociedad; contra la naturaleza (tierra, agua, aire y subsuelos) y los entornos citadinos y rurales; contra la vida y el futuro de la flora y la fauna, contra los animales de granja o domésticos y contra las mascotas o animales de compañía, razones por las cuales hemos sido tercamente reiterativos en esta página en luchas contra tan bárbaras costumbres.

Hemos recordado también aquí algunos de los rituales del fuego de la antigüedad remota de los pueblos y sus mitos al rededor del fuego: Prometeo, la metáfora cristiana de las lenguas de fuego del espíritu santo, los bárbaros rituales festivos del pueblo inca, las “vaca-locas” tan populares en nuestros festejos públicos, los lampadarios de las iglesias, las quemas de vegetación para las buenas cosechas y el estruendo de los estallidos pirotécnicos o las locuras pirómanas del poder de los césares imperiales (Nerón), de las sesiones brujeriles, del ajusticiamiento de los infieles en tiempos feudales de la inquisición…

Hemos recordado el arte de los juegos pirotécnicos de las remotas edades de los chinos y su destreza profesional para convertir en espectáculo estético, la luz y las figuras momentáneas que con habilidad crean los profesionales de tales eventos que las fabrican y procesan, las manipulan y las exhiben en eventos especiales, tratando de evitar los peligros de su práctica.

• II- Con el tiempo, el éxito de tales espectáculos públicos alrededor de la pólvora generó la industria de las polvorerías y el empirismo en su fabricación, venta y manipulación.

Recurriendo a los instintos y la tendencia humana a traicionarlos, el hombre amante delos peligros se enfrenta a los riesgos que su manipulación supone con consecuencias letales. Tras ellos, los mercantilistas de siempre, sin cuidados ni escrúpulos, convierten en mercancía el peligro de la pólvora. Los gobiernos, las reglamentaciones y prohibiciones, son letra muerte que facilita la corrupción irresponsable para generar mafias, comercios clandestinos, sobornos y desastres con la pólvora.

• III- Una cadena infernal genera la sucesión de ilegalidades dentro de los cuales se construye el ciclo de ilegalidades, impunidad y desgracias individuales y colectivas que produce la pólvora: desde la consecución de la materia prima –pólvoras y explosivos- por parte de los fabricantes empíricos con quienes comienzan las irresponsables cadenas del atentado; los sitios de fabricación y depósito, muchas veces insertos en zonas pobladas de la ciudad y el campo; los puntos de distribución y venta casi siempre clandestinos y vulnerables y, finalmente, el comprador a veces menores de edad o ebrios irresponsables que serían los usuarios que atentan contra la salud pública de terceros o la integridad personal y familiar, contra el entorno urbano y rural, contra los animales de la casa o granja, contra la flora y la fauna.

IV- Respecto de las persona, pueden ocurrir varias desgracias: desde la ingestión de material pirotécnico con fatales consecuencias o la inhalación de sus gases; las quemaduras, amputaciones, heridas graves y hasta la muerte de los manipuladores; el incendio de sus viviendas o las de sus vecinos y el daño de sus bienes.

Respecto de otros seres vivos, los animales domésticos o silvestres que mueren por la contaminación del aire y del agua, que pierden el sentido de orientación, como las aves o se extravían fatalmente por razones del ruido o mueren incinerados; y la flora cuya quema puede desencadenar grandes y graves incendios o la extinción de cultivos y especies en vía de extinción.

Respecto de las aguas, su contaminación mortal para los peces y otras especies vivas que la habitan y que incide también en los cultivos por razón de los riegos o la muerte masiva de insectos polinizadores.

-V- Dirán algunos que pasadas las festividades navideñas, resulta inactual esta llamada de atención. Pero siendo como es cualquier celebración, pretexto para estallar totes, voladores, “busca-niguas” triquitraques y otras varias fabricaciones pirotécnicas, sigue siendo oportuna la advertencia que implica varias cosas:

El desgobierno o falta de vigilancia de la autoridad para el tráfico, almacenamiento, distribución, trasporte, venta y uso de tales adminículos, actividades que se llevan a cabo a los ojos de la policía, la indiferencia social e irresponsabilidad familiar que produce las desgracias, la corrupción mafiosa y el tráfico ilegal.

En Colombia como en otros países, el uso de la pólvora se liga a momentos de alegría o de dolor: desde los festejos religiosos, patrióticos o populares, hasta los funerales, con grave falta de educación y de conciencia ciudadanas.

Pasadas las navidades, vienen los festejos de fin de año y los festivales populares en diversas regiones del país, como los sangrientos festejos del toreo y su versión espantosa de las corralejas, donde la pólvora incita al riesgo y el riesgo al daño, el dolor y la muerte de personas, animales y plantas, es decir , de la vida y la civilización.

FELIZ AÑO SIN POLVORA!

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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