Delio de Jesús Suárez Gómez un indígena de la etnia tucano, mezcla conocimientos ancestrales con la ciencia occidental para ayudar a que estos insectos polinizadores sobrevivan a los embates de la selva. Las abejas, a cambio, traen miel, turismo y árboles florecidos.

Hace nueve años, Delio de Jesús hizo un pacto con las abejas silvestres del Guainía, no era un trato fácil de llevar a cabo porque ni ellas ni él se conocían lo suficiente. La relación era tensa. Cuando se encontraban en los caminos vírgenes del bosque preferían no determinarse: ellas se quedaban en sus colmenas a la retaguardia, en posición defensiva listas para atacar, mientras él intentaba seguir de largo evitando rasgar la escurridiza calma del bosque que las cobijaba.

Delio Suárez sabía que quería hacer algo por su comunidad sin renunciar a la cultura y sin dañar ese bosque que tanto ha respetado. La selva —dice— tiene un dueño, una energía superior que a los hombres les es prohibido profanar. Aunque investigó durante años su territorio, la idea de criar abejas nunca sobrevoló por su cabeza, pero un día por razones asombrosas de la naturaleza, el hombre les propuso a las abejas una alianza que a los citadinos que van de visita al Guainía les cuesta comprender. Se comprometió a defenderlas de los enemigos de la jungla, como hormigas o abejas nómadas, que suelen llegar a invadir las colmenas durante las noches. Ellas, como contraprestación, le darían miel, un propósito más de vida a la comunidad y un impulso para sus alimentos y frutos. Para que las abejas llegaran, Delio Suárez tuvo que sembrar árboles silvestres que dieran capullos con los que ellas se pudieran alimentar. El proceso de polinización ha hecho de La Ceiba un jardín de mantecos (Flores amarillas, fucsias, moradas y blancas se mantienen con buen semblante durante largas temporadas del año como si las abejas hubiesen venido a colorear los días tediosos de este lugar de Colombia donde el sol alumbra con crueldad en épocas de verano. Hasta hoy el pacto funciona a la perfección, pero no quiere decir que el camino haya estado plagado de rosas, aunque sí de flores con abundante polen.

La negociación entre el humano y estos animalitos ha sido un proceso de conocimiento mutuo, de ensayo y error, de método científico y saberes milenarios, más que una fábula de la selva. En la reserva La Ceiba, en Guainía, creció un proyecto social, de conservación de bosques y producción de miel, que permite el desarrollo sostenible en el medio selvático con la participación de comunidades indígenas.

Fuente: https://es.mongabay.com/2023/09/el-hombre-que-hizo-pacto-con-abejas-para-salvar-comunidad-en-guainia-conservacion/

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