La ambición del ser humano por encontrar la fuente de la eterna juventud amenaza la existencia del burro, una especie en la que la industria cosmética dice haber encontrado el «Santo grial» de los tratamientos antiarrugas. El burro se convirtió en «blanco» de la industria cosmética en China, atribuyéndole virtudes medicinales. Con su piel elaboran el «ejiao», una gelatina creada a partir de la piel, a la que se atribuyen propiedades medicinales como el retraso en el envejecimiento, aumento del deseo sexual, cura la anemia y atenúa los efectos de quimioterapias, entre otros supuestos beneficios.
Este mercado ha generado el aumento de la demanda del comercio de pieles de burro, generando el robo de los animales en zonas rurales y el tráfico ilícito, este negocio opera en paralelo, creando nuevas vías de transporte para el comercio de vida silvestre. Se estima que la industria del ejiao requiere unos 4,8 millones de pieles al año para mantener satisfecha la demanda de sus consumidores, lo usa el 92% de la población.
EN COLOMBIA
Donkey Sanctuary, entidad de Reino Unido que se dedica a la protección de la especie, afirma que Colombia es uno de los 10 mayores exportadores de piel de burro a China y esta alta demanda ha generado un mercado ilegal de exportación provocando una preocupante disminución en los números de esta especie en Colombia, el informe más reciente del Ministerio de Agricultura, confirma una reducción importante, pasamos de 160 mil animales a 70 mil, el número de burros ha caído drásticamente por la cantidad que matan para exportar su piel a China.
“Entonces, además de la lucha para evitar la cacería ilegal del rinoceronte por sus cuernos y del elefante por sus colmillos, ¿tenemos que comenzar a preocuparnos por la piel de los burros”
