Un día del presente mes de mayo está dedicado a reflexionar sobre la abeja, pequeño insecto del cual existen en nuestro territorio miles de subespecies, hoy amenazadas por los insecticidas y plaguicidas inventados por el “desarrollo”.

En ocasiones anteriores hemos dedicado esta página para recordar a la abeja como protagonista de la historia humana desde tiempos pre históricos. Hemos destacado su sorprendente organización social, que determina el sentido solidario de sus formas de vida y el aporte a la subsistencia del hombre.

Varias son las funciones de ese insecto para la vida en general y para la de los humanos. Son ellas, las abejas, maestras del orden social y laboral, de la producción y su defensa. A la vez, hacen parte de los ciclos alimenticios de animales superiores como el oso y el hommo sapiens que garantiza la biodiversidad. Son polinizadoras que aseguran la floración y producción agrícola y la flora silvestre que hace parte esencial del equilibrio ecológico de nuestro universo. La apicultura es espacio
fundamental de las economías humanas y de su nutrición saludable.

Pero, fungicidas, insecticidas, fenómenos megaindustriales del hombre y su implacable urgencia de la ganancia, la deforestación, las quemas, el urbanismo que recorta los espacios vitales del insecto, y amenaza su vida individual y colectiva; con ello, amenaza también los cultivos y la flora de la cual todos dependemos. Dijimos ayer: cuando empieza el peligro de las abejas, empieza el fin de la existencia humana.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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