Es impensable el océano sin las costas continentales y los cientos de miles de islas que pueblan los mares del mundo. Colombia cuenta con la suerte de ser una esquina entre el océano Pacífico y el océano Atlántico pero son sus pobladores ancestrales quienes gozan y sufren el mar; ni el Estado, la sociedad en general o las autoridades regionales, entiendan el milagro de los mares.
Ya nos hemos referido a la monstruosa explotación piscícola de las empresas transnacionales que varan sin permiso en aguas territoriales para explotar con la demencia sus riquezas que son nuestras y violando los tratados internacionales como ocurre en la costa pacífica. Y allí también, ahora, retorna el crimen que una vez convirtió a la Isla Gorgona en hacinamiento de delincuentes en manos de verdugos que pusieron en peligro ese foco de biodiversidad mundial. Cuando se creía
salvada del desastre total, la isla Gorgona está señalada para convertirse en muelle, base militar y foco de guerra, según noticias de esta semana. El estado, el Presidente colombiano y su gobierno ambientalista, deben asumir la defensa de ese que es patrimonio de la humanidad para que el desastre no ocurra tal cual está planeado por potencias internacionales.
Medidas sombre ello, sería en verdad, una fiesta real de los océanos y de Colombia.
Fuente: Fundación Amigos del Planeta.