Con lo que muchos llaman ‘basura’, Leila Piragauta y sus seres queridos, encontraron la forma de emprender, ayudar a descontaminar y enseñar, con la creación de Ecolago.
Una mujer de 47 años de edad, tecnóloga en Gestión de Mercados del Sena, Leila Patricia Piragauta Rodríguez, junto con su familia en Aquitania, se dio a la tarea de recoger los desechos que contaminan la laguna de Tota, el lago más grande y productivo del país, y que es famoso porque en sus alrededores se produce gran parte de la cebolla larga que se consume en Colombia.
Pues allí, donde muchos se dedican a contaminar, consciente e inconscientemente, Piragauta y compañía, recogen alrededor de 150 toneladas de residuos al año, “nosotros estamos ubicados en Aquitania, es una empresa familiar, está mi mamá, mis hermanas, mis hijos, mis sobrinos, mis nietos, mi esposo; lo que hacemos es la ruta selectiva en el municipio de Aquitania, le pusimos nombre, se llama Ruta Verde del Lago, recolectamos los materiales aprovechables, pero no sin antes educar a la comunidad, pasamos casa por casa, y le contamos a la gente que no todo lo que se bota a la basura, pues en realidad es basura, que hay cosas a las que se les puede dar un nuevo uso, repararlos, bueno, todo lo que permite la Economía Circular; también pasamos por las Instituciones Educativas, les damos una capacitación con respecto al manejo de los residuos sólidos y al final les dictamos un taller para hacer artesanías con materiales reciclados”, cuenta esta mujer emprendedora boyacense.
Muchas de las cosas que todos tenemos en la casa resultan ser la materia prima para ellos, ya que enseñan, por ejemplo, a utilizar las cubetas de los huevos, las botellas para hacer materas, para hacer flores, “nosotros usamos todas esas cosas pequeñitas que dejan por ahí, los aretes, las cadenas, los relojes, para decoración, lo hacemos con cualquier tipo de material, con las tapas de cerveza hacemos flores, con semillas hacemos flores”, indicó Leila.
También contó a EL DIARIO que están en proceso de construcción de lo que será su ‘Bibliomuseo’, “tenemos más de 1.000 libros que hemos recogido durante todos estos años de trabajo, aproximadamente unos 16, y más o menos unas 1.000 piezas antiguas que las hemos recolectado en todo este andar y trajinar cuidando nuestro ambiente”.
Ecolago se llama la empresa y está legalmente constituida desde el año 2012, “porque antes lo hacíamos de manera muy particular y digamos que no estábamos legalizados, ahora somos un Negocio Verde, tenemos reconocimiento del ministerio de Ambiente, de Corpoboyacá, y podemos certificar las actividades que hacemos gracias a ello”, agregó Piragauta.
Es cuestión de amor por lo que se hace, “nosotros nos sostenemos del reciclaje, vivimos exclusivamente de eso; cultivamos nuestro propio alimento, tenemos lechuga, cilantro, plantas de especias, curubas, papayuelas, y lo incluimos en nuestras capacitaciones, porque queremos que la gente vuelva a implementar su huerta en la casa”.
También han sido beneficiarios del proyecto de Adaptación a los Impactos del Cambio Climático en los Recursos Hídricos de los Andes, AICCA, y ayudan para que esto siga en cada casa, “la idea que tenemos grande es educar a la gente en la parte ambiental y con las instituciones donde ya comenzamos este año, hemos ido a Tota, Cuítiva, Aquitania y Toquilla, donde también inculcamos lo de las huertas caseras, ya que la seguridad alimentaria es muy importante”, manifestó la representante legal de esta empresa familiar.
La iniciativa Ecolago además fue invitada a Bioexpo por el ministerio de Ambiente, “esta es una de las ferias más importantes de negocios verdes del país; así mismo, nos han invitado desde la Cámara de Comercio de Sogamoso, hemos hecho dos ferias aquí en Aquitania y vamos a tratar de tener la tercera, ojalá con la inauguración del museo”.
Leila tiene muy claro lo que significa este tema, “el reciclaje es una medida de adaptación y mitigación al cambio climático y que como tal debe ser visto, genera empleo y mejora la calidad de vida de los recicladores y sus familias”.
Por último comentó lo duro que les ha tocado y que siguen en “pie de lucha” como se dice coloquialmente, “estamos en construcción (del museo), porque nosotros trabajamos con las uñas, con lo que nos va llegando de recursos del mismo reciclaje; trabajar con arte es muy difícil, porque la gente casi no nos compra, pero si nos gusta enseñar, nos gusta ir por donde quiera que nos llamen, con las madres comunitarias… a todo el mundo a mí me gusta enseñar, no quiero quedarme con el conocimiento, sino que esto quede como para las generaciones que vienen; por ejemplo, mis nietos también me ayudan, les enseñan a los otros niños, mis hijos, entonces es una labor muy bonita que, pues no se gana mucho, pero si tenemos la satisfacción de la labor cumplida”, puntualizó Piragauta Rodríguez.
Fuente: Fundación Amigos del Planeta.