Los elefantes –en particular, los que habitan en los bosques de África central– son cazados en forma furtiva a un ritmo sin precedentes para obtener su valioso marfil. Se estima que al menos 200 000 elefantes de los bosques –un altísimo 65 % de la población de estos animales– han sido masacrados desde 2002. Los países con las mayores cifras de muertes son Gabón y la República Democrática del Congo (RDC).

Una pregunta especialmente apropiada cuando estamos celebrando el Día de la Tierra es la que usted probablemente se hace: por qué nos debería importar esta materia. Como seres humanos, es posible que estemos apegados a especies carismáticas como los elefantes, pero ¿nos afectará su extinción de forma directa? La respuesta es sí. Las complejas interconexiones dentro de los ecosistemas implican que la desaparición de una especie tiene efectos que nunca se limitan solo a esa especie en particular. El impacto puede ser amplio y profundo, afectando a otros animales y vegetales, nuestro suministro de agua, los medios de subsistencia de las personas, e incluso –en menor medida– al clima.

Cada especie cuenta en un ecosistema interconectado

Para ilustrar el impacto que tiene una sola especie dentro de un ecosistema interconectado, veamos el caso del Parque Nacional de Salonga, en la cuenca del Congo, RDC, donde la disminución de la población de elefantes está causando estragos en otros grupos. Los elefantes recorren grandes distancias en los bosques y dispersan miles de semillas de las frutas que comen a través de sus excrementos, a menudo lejos de donde las ingirieron. Pero dado que estos animales casi han desaparecido de dicho parque y ya no esparcen las semillas, ciertas especies de plantas locales podrían extinguirse. Catorce de 18 clases de árboles estudiadas en el Parque Nacional de Salonga han dejado de reproducir suficientes árboles jóvenes para reemplazar a los viejos. Estos últimos todavía existen, pero la supervivencia de las especies en su conjunto está en peligro. Ahora, si consideramos que los elefantes de los bosques por sí solos diseminan las semillas de 335 especies de árboles en el Congo, entonces podremos comenzar a apreciar la magnitud del problema.

La desaparición gradual de estos árboles tiene efectos devastadores sobre otros consumidores de plantas y frutos que dependen de ellos, como murciélagos, pájaros, insectos y otros mamíferos como los chimpancés y los bonobos. Estos animales también cumplen funciones importantes como la dispersión de semillas y la polinización, de tal manera que su reducción tiene el potencial de dañar aún más la reproducción de otras plantas. El hecho de que muchos de estos animales son también cazados empeora significativamente la problemática de la dispersión de las semillas.

La biodiversidad es importante para combatir el cambio climático

Claramente, la extinción de especies afecta a los bosques que hacen una gran diferencia en la lucha contra el cambio climático. Uno de los problemas derivados de la desaparición de especies es que los bosques con menos biodiversidad son más vulnerables a las alteraciones del clima. Los impactos del cambio climático — ya sea la modificación del régimen de las precipitaciones, las temperaturas, u otros— son más graves en un bosque donde existen menos especies que puedan reaccionar a dichos efectos. Si algunas de ellas no pueden hacerlo y terminan extinguiéndose, el ecosistema en su conjunto tiene más posibilidades de fallar.

Sin embargo, la interacción entre el clima y los bosques también funciona a la inversa. En primer lugar, si el bosque se degrada o reduce, hay menos árboles y otras plantas para absorber dióxido de carbono. En segundo lugar, la deforestación y la degradación forestal liberan gases de efecto invernadero. Los bosques de la cuenca del Congo –la segunda selva tropical más grande del mundo– contienen en la actualidad aproximadamente 57 000 millones de toneladas de carbono. En tercer lugar, los bosques con menos biodiversidad tienden, en general, a ser menos productivos que los que tienen más especies, y absorben menos dióxido de carbono. A su vez, estos efectos pueden aumentar la concentración del gas en la atmósfera, y contribuir al aumento de las temperaturas dando lugar a un “círculo virtuoso”.

Más aún, los bosques de la cuenca del Congo debido a su gran tamaño desempeñan importantes funciones en el clima local, regional y mundial. Los bosques absorben y generan lluvias, y reducen el poder de reflexión de la superficie terrestre, provocando efectos en el régimen de los vientos y las corrientes oceánicas a nivel mundial, y en el resultado de la distribución de precipitaciones. Estos patrones pueden cambiar a medida que los bosques se degradan o desaparecen.

Por supuesto, otros factores -como la conversión a tierras agrícolas y la producción de carbón vegetal- causan la pérdida de los bosques en la cuenca del Congo con mayor rapidez que la caza furtiva de elefantes. Del mismo modo, hay muchos otros agentes que contribuyen al cambio climático, además de la caza furtiva de elefantes, si bien la pérdida y degradación forestal representa un 17 % de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el hombre.

Pero el vínculo entre la desaparición de los elefantes, la salud de nuestros bosques y el cambio climático es una razón más para que los Gobiernos inviertan mayor cantidad de recursos en la conservación, y para que lo hagan de manera inteligente.

Por otra parte, pone de relieve las complejas interconexiones en los ecosistemas, lo que exige que los responsables de la formulación de políticas reflexionen sobre los efectos de sus medidas y sobre su falta de acción, más allá del nivel primario que es obvio.

Fuente: https://blogs.worldbank.org/es/voices/proteger-los-elefantes-de-la-caza-furtiva-es-m-s-importante-de-lo-que-usted-cree

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