No pasa semana en la que aparezcan noticias desagradables en relación con la vida de otras especies vivas, víctimas de los sentimientos primarios y salvajes del único animal inteligente de la tierra: el ser humano.

-Aletas de tiburón. Se incautó hoy un envío de centenares de aletas de tiburón en la costa atlántica con destino al mercado mafioso internacional; supone el hecho atroz, la mortandad de escualos o su pérfida mutilación para alimentar el mercado de restaurantes exóticos o brebajes insólitos: los criminales de esta empresa están en manos de las autoridades.

-San Fermín. El ruidoso festival de San Fermín en España culminó el fin de semana. Uno más del primitivo y pervertido divertimento que convoca a desadaptados para entretenerse exponiendo la vida ante una manada de toros horrorizados de antemano. Los empresarios se jactan esta vez porque amén de los heridos, magullados, fracturados por la estampida, no lo fueron corneados por los astados: “No hubo heridos ni muertos” dicen sus organizadores como si no hubiera heridos en la brutal jugarreta y que los pobres animales no hubiesen sufrido el maltrato, golpes y pedradas por parte de los aficionados.

¡Vaya, tan repugnante tradición!

-El Cóndor. Se celebró ayer el día del ave emblemática de los colombianos que corona, con las alas desplegadas el escudo nacional. Pareciera que está allí, momificado como un recuerdo del gigante volador de los Andes casi extinguido por arte de cazadores y enemigos de las montañas que redujeron su cantidad a no más de 3 ó 4 decenas en todo el territorio nacional. Su desaparición en las montañas y los cielos significa un daño ambiental tan injustificable como perverso y exige políticas nacionales de preservación.

-Moda, mercado y crimen. La muy reputada diseñadora y comerciante colombiana Nancy Gonzalez de Barberi fue detenida por las autoridades colombianas, junto con sus cómplices de empresa –Diseño y Moda Internacional, S.A.S., con sede en Cali-, los sujetos Diego M. Rodríguez Giraldo y Jhon Camilo Aguilar Jaramillo.

La reconocida “reina de la moda”, especialista en marroquinería, exportadora de prendas y accesorios a New York, París, Madrid nutría sus producciones con el delito, pues la materia prima de sus diseños y mercancías eran pieles de serpientes, caimanes y babillas y otros animales exóticos de la fauna colombiana, cazados y sacrificados en Colombia desde 1998 sin que las autoridades se percataran del mafioso delito.

La señora Nancy Gonzáles, hoy detenida por las autoridades colombianas está pedida en extradición por los EE UU por este y otros delitos ambientales, comerciales y fiscales en ese país donde una prenda exhibida en lujosas vitrinas podría costas hasta 25.000 dólares: zapatos, carteras, bolsos, maletas o valijas.

Fuente: https://www.e4ltiempo.com/unidad-investigativa

OTRO AMBIENTALISTA ASESINADO

Listas de vergüenza que crecen con los días acumulan multitud de dramas humanos y dolor colectivo; a la vez, son sumatoria de cínica indiferencia e impunidad estatales. Con los meses, se convierten en cifras de una estadística burocrática que a nadie conmueve. De esa manera somos ante el mundo vergonzosos campeones del exterminio: defensores de derechos humanos, líderes sociales, luchadores étnicos y ambientalistas que ponen a Colombia en la cabeza del crimen y la impunidad.

Hace rato ocupamos los primeros lugares en cuanto a defensores y líderes ambientalistas desaparecidos y muertos sin que el Estado se ocupe de ellos. Cada semana, la lista se alarga y solo sirve para rellenar estadísticas oficiales. El último sacrificado con ráfagas de fusil y golpes de machete, fue Kutamba, joven cuidador del medio ambiente en atentado que dejó gravemente heridos a su mujer y a su padre. Julián David Ochoa Rueda, nombre hispánico del líder social, militante del Pacto Histórico se ocupaba de la naturaleza, de fomentar el aprendizaje y manejo de la flora, del tratamiento de los residuos en su entorno social, de la elaboración de textiles a partir de las planta: Kisirmmambe, fue bautizado por la luna y sus designios eran servir a sus semejantes; al nefando “Clan del Golfo”, según se dice, no le gustó tal actitud y por eso lo mataron en la vereda de Granada, Antioquia donde residía y trabajaba. Uno más en la lista de los ambientalistas muertos, uno menos entre la sociedad a la cual dedicaba su apostolado.

Fuentes: https://www.elcolombiano.com/antioquiahttps://www.semana.com/medellin

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