Casi con terquedad ante la reticencia de mal interesado, volvemos al tema del Acuerdo de Escazú, al que Colombia adhirió pero cuya ratificación no se ha hecho a causa del tejemaneje que gobierno y la representación mayoritaria en el congreso utiliza para esquivar el compromiso internacional.

Aunque con ponencia del senador del partido verde fue aprobado por unanimidad, con excepción de un voto negativo, en la comisión segunda de esa corporación, aparecen ahora fuerzas y presiones gremiales que consideran que el tema de la defensa de los líderes ambientales y la garantía a su trabajo es ajeno a la materia y que dicha iniciativa pone en riesgo la confianza inversionista; aspiran a envolatar el trámite y hacer fracasar la suscripción colombiana del Acuerdo.

Algunos gremios y políticos mandaderos conforman el equipo del vil saboteo; vil porque ponen falsas argumentaciones por sobre la vida amenazada de los luchadores ambientales y su temeraria labor en defensa del medio ambiente; nos colocan ante el mundo en vergonzosa posición como una actitud más de la violencia agudizada en el presente gobierno donde y cuando defender la vida y la naturaleza es objeto de perversos señalamientos aupados por la indiferencia gubernamental.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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