En septiembre del año pasado bajo el título “El mundo en nuestras manos”, la Fundación expuso en esta página una serie de reflexiones alrededor del comportamiento humano y público en relación con la naturaleza, desde el comportamiento mismo de los ciudadanos en las urbes, hasta las políticas públicas, su diseño y cumplimiento.

El tema de los bosques pareciera menos urgente y apremiante para el ciudadano urbano cuya conciencia sobre la importancia de la vida de la naturaleza, se representa como lejana y carente de importancia. El mundo contemporáneo, tan amante de las globalizaciones debe aprender a aproximarse a la realidad de nuestros bosques y su vida, a partir de saber con conciencia plena que de su permanencia vital depende la vida del hombre, sus proyectos y su civilización. Esta es la premisa que informa sobre el deber colectivo e individual de preservar la vida de los bosques y selvas y sobre el carácter criminal que constituye su indebida intervención, su destrucción bajo el pretexto de la explotación de riquezas, la búsqueda de ganancias tanto del Estado como de los particulares: primero la vida.

La Fundación ha privilegiado el cuidado de los bosques y la vida silvestre como temas centrales del presente mes a partir de saber que en Colombia son las víctimas de explotaciones mineras, madereras y ganaderas que junto con los cultivos ilícitos en sus reservas constituyen evidentes crímenes contra la humanidad. La impunidad gobierna esas prácticas ilícitas pues nada se sabe de los depredadores que rompen y atracan las fronteras de reserva forestal para destruir sus espacios y, sin título alguno, montar empresas ganaderas, estractivistas tanto de minerales como de madera.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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