Incendios, incendios, incendios en el altiplano Cundi-Boyacense, en el Tolima, en el Amazonas y Caquetá, en el Meta y Casanare, cuyas cenizas volátiles ingresan a la capital como una amenaza a la salud y la vida de los ciudadanos, luego de herir de muerte y matar cientos de miles de vidas animales de la fauna silvestre y cientos y miles de árboles primitivos de lenta o nula recuperación y, de dañar los hábitats de pobladores étnicos sus organizaciones, vida y salud, temas que por desgracia pareciera no importarle al gobierno.

Las sequías en esta temporada de principio de año, sirven para maquillar la tragedia de los daños forestales de tipo antropogénico en las selvas y los llanos orientales, donde directa o indirectamente, ha sido la presencia y la mano del hombre los causantes no solo de los incendios sino del deterioro constante y progresivo de la Orinoquía y la Selva Amazónca, zona inmensa y fundamental para la vida de seres humanos, la fauna y la flora, de cuyos desempeños naturales depende el comportamiento ambiental: los mecanismos hidráulicos en acuíferos y curso de grandes y pequeñas corrientes de agua, la función polinizadora de animales de todas las especies y tamaños, la labor de los vientos, el mecanismo purificador de los árboles y las selvas en la composición del aire que respiramos, etc.

¡QUE DESASTRE!

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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