Las altísimas temperaturas del ambiente que azotan a regiones y ciudades del hemisferio norte con temperaturas de casi 48 grados c.; la desertización y sequías en otros lugares del planeta; el cambio en frecuencia y virulencia de tormentas y tsunamis en el mundo; el desbordamiento de ríos y avalanchas en Europa, (Alemania, Bélgica) o los incendios forestales que asfixian la humanidad, son en verdad una cadena de desastres originados en parte por el cambio climático y éste casi siempre por causas antropogénicas.

El mudo occidental está alarmado por esta temporada cargada de desastres en países de alto desarrollo sobre lo cual, hace decenas de años, académicos y científicos han alertado sin que las potencias hayan puesto atención a semejante alarma frente al desastre anunciado. Hasta gobiernos como el nuestro, se limitan a la oratoria de los discursos retóricos en escenarios internacionales o a suscribir –como en el compromiso de Escazú- documentos que no se cumplen a pesar de ser países como el nuestro los más vulnerables frente a los sucesos naturales.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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