El 25 de junio es el día señalado por el mundo para insistir en que la torpe afición a los toros: diversión con la muerte y tortura del toro, debe desaparecer de la faz de la tierra. Aunque los países con sectores sociales con tal gusto, son muy pocos y en vía de extinción, no sobran signos y manifestaciones de protesta ante quienes pretenden seguir con semejante despropósito.
Como quiera que hemos insistido durante muchos años en argumentos y razones de tipo ético, social, humano y de salud física y espiritual del hombre individual y colectivo, apenas recordaremos algunas de esas razones que siguen siendo inalterables y ciertas.
.-El “ganado” llamado “de casta” por sus empresarios, no es una raza o especie fruto de evoluciones naturales sino de manipulaciones genéticas a partir de especies desaparecidas por cuenta de la diversión cinegética de viejas y desvencijadas aristocracias europeas; de hecho las llamadas corridas son crueles caricaturas de cuadrillas medievales que encabezadas por el rey se divertían con la cacería a mansalva de los uros asesinados a mansalva con refinada crueldad para complacer a su majestad que presidía la matanza armado de lanza desde su caballo real. Goya, en su famosa y crítica serie pictórica de tauromaquia lo recuerda con crudeza. En ese sentido los “erales” de ahora con una tenebrosa cárcel del recuerdo…
Pero además, no es cierto como lo proponen algunos insensibles que “el toro de raza”, “siente placer con la tortura y muerte” que le infringen los toreros y sus blindadas cuadrillas “en desigual combate”.
-Las corridas y similares ofenden la dignidad humana; insensibilizan al niño que las ve y alteran el sentido estético y ético del ser humano.
.-En Colombia se debe persistir en el difícil proceso de su abolición total, por lo menos en los espacios públicos.
Fuente: Fundación Amigos del Planeta.