Al celebrar el día mundial del medio ambiente, podríamos comprender su conjunto, en términos del gran concierto universal. Todos los seres vivos de la tierra, animados o inanimados, pertenecemos al ritmo cósmico señalado por una compleja e infinita ecología cuya música, constituye el gran concierto de la vida. Por ello, todos nos debemos a todos y sólo el mal pensante (que los hay por desgracia), podría suponer que la vida es una lucha de todos los elementos contra todos (seres vivos e inertes) y que vivir en paz, en consecuencia falaz, dependería de acabar al enemigo. Esta doctrina suscita el exterminio en las guerras que fabrican los hombres que pretenden con ello vivir felices. La historia demuestra la barbaridad de la doctrina y el concierto del mundo, demuestra todo lo contrario.

Nuestro universo como música, ha sido el tema de Planeta Caracol ( www.caracolradio.com/Planetacaracol, (6 de junio de 2021), para recordar esta fecha del medio ambiente a partir del formidable museo de los sonidos que organiza con criterios ambientales, el Instituto Humboldt de Bogotá.

La “ecofonía” que se ha propuesto el Instituto conduce a comprender lo dicho. Es el canto concertado de todo cuanto existe naturalmente en nuestro planeta; incluye por supuesto el canto de las aves (que según el sicólogo TH Ribot nos enseñó a pronunciar las primeras palabras, pero además el rumor de sus plumas en sus múltiples y coloridos viajes en las montañas, sobre los valles, frente al océano, junto al río. Pero es el croar de las ranas y su serenatas de ocaso o nocturnas, el chapoleo de los caimanes, el roce sutil de las ramas de los árboles, la caída de sus hojas, el veloz mensaje de los vientos, el quejoso vaivén de los troncos inmensos, el zumbido de la abeja, el eco sonoro de los ríos, el majestuoso estruendo de las olas del mar. El chillido de los micos y las formas particulares de comunicación de cada especie, la vida de las flores o de los frutos que tienen particulares sonidos para la gran orquesta universal.

A ese milagro de todos los días y en todas las horas, se remite el museo ecofónico que se ha propuesto el Instituto Humboldt, con una enseñanza para todos los hombres que destruyen la vida con sus excesos, sus explotaciones, sus basuras, sus quemas sus químicos que duelen sobre la piel de la tierra, que arden con su mortandad en el corazón de los ríos y en el nido de las aves o la guarida de las fieras.

Aprendamos a escuchar ese concierto de la naturaleza y aprendamos que el ser humano puede escucharlo con placer (recuérdese a Prokofiev), aprendiendo mientras tanto a respetar la vida; que con las depredaciones, la extinción de las otras especies, el envenenamiento de las aguas y el aire, el hombre está matado la música del mundo.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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