La diversidad de formas como el ser humano tortura y mata animales tanto domésticos como de la fauna silvestre, podría conformar una antología de horrores indecibles; y estos comportamientos, a lo largo de la historia, de alguna manera se ligan a conductas crueles del ser humano con su propia especie. Por eso se dice que quien es capaz de torturar y matar a un animal, será capaz de hacer lo mismo con otro ser humano.

  • Se olvida a veces la caza, trata, tortura y sacrificio que a nombre de la ciencia y la investigación se hace con otras especies. Cíclicamente se recuerdan los masivos experimentos del señor Elkin Patarroyo, en especial con el mico aullador, recordado ahora, a propósito de la pandemia; su actividad en la Amazonia, instó a grupos étnicos a participar en el sucio mercado y cacería de micos vivos para su estéril empresa, con daño no solo a la fauna y la biodiversidad de la zona, sino a la cultura y bienestar moral y material de los pobladores de dicho territorio.
  • Otra actividad perversa es el “juego!, deporte o diversión de algunos con la vida de animales: los cazadores cuyo “deporte” es sangrienta diversión; se supo, por ejemplo de la salvaje arremetida contra una babilla en el sector de Mariquita donde el reptil fue embestido con escopeta de perdigones dejando al pobre animal ciego y maltrecho, situación que concluirá tristemente con la eutanasia de la babilla.
  • En el mismo campo salvaje, se denunció del deporte de algunos soldados que juegan al tiro al blanco con armas eléctricas disparadas contra indefensas gallinas; recordamos que otros soldados, hace unos meses, por divertirse, lanzaron a una perrita cachorra al vacío en el sur del país.
  • Los anteriores casos tienen qué ver con el uso y disposición libre de armas de fuego y similares por parte de los seres humanos. Quienes a propósito promueven en el Congreso la libertad de licencias para que particulares se armen para defenderse, de pronto no se percatan del daño moral, síquico y físico que causan con ello, cuando las víctimas son otro u otros congéneres, en una violencia social que ocurre con frecuencia dentro de la sociedad norte americana. Los casos que mencionamos tienen como víctimas a animales tanto de la fauna silvestre como domésticos que como los humanos tienen derecho a la dignidad y a la vida.
  • En Palmira el alcalde se puso al frente del trabajo de dar con el victimario de un perro atropellado en la ciudad.
  • El maltrato del ganado de exportación de que dimos cuenta la semana anterior, merece explicaciones del gobierno.
  • El Glifosato y otros agro- químicos tienen al borde la extinción en el mundo, a las abejas, creadoras de vida .¿Quién defiende aquí a esas “Criaturas del bosque soberano?”

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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