La Navidad trae consigo alegrías, sentimientos de humanismo, valor espiritual, solidaridad y unión familiar, sin embargo los males imprevistos del año bloquearon con la pandemia los sueños y las esperanzas de la humanidad; y junto a esta amenaza de la naturaleza al ser humano persisten actitudes y actividades del hombre ante y contra esta naturaleza de la cual el ser humano, es apenas una pequeña pero destructiva partícula, paradójicamente peligrosa por las dosis de racionalidad de la que está dotado.

Lo primero en lamentar es la falta de propósitos humanos para enderezar el mundo víctima de sus odios y sus ambiciones, de su desmesurado sentido de las riquezas y el egoísmo y el desprecio destructor invasivo y tóxico que victimiza los mares y la tierra, el agua y el aire, la vida de la flora y la fauna, el presente y el futuro del hombre mismo. Este es en abstracto, el motivo de las quejas navideñas.

Un poco más cerca de nuestras cotidianidades, podríamos en la ocasión ser modestos voceros de muchos que no tienen voz: de los inmensos y microscópicos pobladores de los océanos, asfixiados en el plástico de los humanos consumistas.

De las aves que surcan los cielos, cuyos trinos y cantos no descifra el ser humano que arrebata el oxígeno del aire con sus fábricas, sus energías fósiles, sus incendios forestales y sus saqueos crecientes a la tierra.

De los reptiles- grandes y pequeños, los insectos, los mamíferos, las serpientes, los roedores, cuyo maravilloso conjunto conforma el magnífico reloj de la fábrica universal de vida que el hombre destruye; sus voces son murmullos, cantos sordos zumban, gruñen, trinan, chillan, croan en las selvas y los páramos; balan, mugen, cacaraquean, ladran, maúllan, relinchan entre los surcos o en las casas, solicitando piedad y vida ante el maltrato, los criminales juegos como la caza deportiva, la tauromaquia , las apuestas de gallos con que el hombre goza, torturando; contra sus explotaciones, contra sus ruidos como el de la pólvora decembrina que desorienta las aves, enceguece o ensordece las especies amigas.

Entiéndase este inicial listado de tristezas de navidad, como la oportunidad de levantar la voz por los animales, las flores o el aire, que no tienen voz aparente a fin de solicitar un pacto de paz en esta Navidad.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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