Las políticas del Estado colombiano van y vienen al ritmo de presiones e intereses no solo nacionales sino internacionales y a veces en contravía del ordenamiento jurídico, las decisiones judiciales y el sentido común.

Tal es el caso del derrotado proyecto contra el crimen internacional del narcotráfico, según el cual la solución consiste en la aspersión del venenoso químico que atenta contra la vida y la salud de los colombianos, las formas agrícolas y ganaderas de la subsistencia campesina en muchas zonas del país, la preservación y uso de las fuetes hídricas de los territorios afectados, la destrucción de cultivos y flora silvestre, la amenaza a especies de la fauna silvestre y doméstica, la deforestación, la esterilización de la tierra, el desplazamiento humano, la violencia, el cambio climático, la consolidación de las mafias narcotraficantes y sus estructuras internacionales, sus mercados y rutas, la impunidad y la corrupción a todos los niveles
“Aspersión con glifosato sigue con el camino enredado”, es el titular del diario El Tiempo (20 de diciembre del 2020, pág. 1.9), para señalar las contradicciones gubernamentales sobre la materia. Se presiona a la ANLA para que modifique el plan de manejo ambiental sin verificar riesgos del herbicida y para desconocer pronunciamientos de la Corte Constitucional que impuso requisitos para el empleo del glifosato: “no hay que demostrar que el herbicida no causa daños a la salud y el medio ambiente, sino que esos daños se pueden mitigar” advirtió la Corte en 2017. Por su parte el gobierno mismo dice que “aun no están listos los estudios de riesgos en salud”.

Tampoco se atienden los acuerdos de paz que hacen parte del cuerpo constitucional. La misma Corte dijo en 2019: “Se debe tener en cuenta el acuerdo de paz que prioriza la sustitución voluntaria de cultivos”.

Monseñor Luis José Rueda, arzobispo de Bogotá, en reportaje dice: “no veo la fumigación con glifosato como la propuesta más adecuada. Creo que tenemos caminos con fundamento humano, social, ecológico y espiritual que son mejores que una rápida fumigación con glifosato…la fumigación no construye escenarios sociales sostenibles”.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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