Durante una operación en las selvas del Bajo Cauca, el soldado John Santacruz encontró a un pequeño cachorro abandonado, enfermo y desnutrido. A pesar de las difíciles condiciones de la misión, no dudó en brindarle agua y alimento. Este acto de bondad marcó el inicio de una amistad que cambiaría sus vidas, surgió una historia de esperanza y humanidad que ha tocado los corazones de miles.

El perro, al que Santacruz nombró «Rafa», se convirtió rápidamente en su sombra, juntos han patrullado la selva, han enfrentaron desafíos y diariamente comparten momentos de camaradería, hoy, es un miembro más de las fuerzas militares.

Santacruz cuenta: era muy travieso y le gustaba hacernos maldades a mis compañeros y a mí, un día empezaron a desaparecer misteriosamente las chanclas y no entendíamos la razón, hasta que lo descubrimos intentando esconder una más en su gran colección.

Rafa no solo le da compañía, sino que también lo alerta sobre peligros inminentes, demostrando ser un verdadero guardián. Rafa se ha convertido en un apoyo emocional fundamental para el soldado, ayudándolo a sobrellevar las dificultades del servicio y la distancia de su familia. En sus días libres y vacaciones Rafa lo acompaña, mostrando que su vínculo es inquebrantable.

Rafa salvó simbólicamente la vida del soldado y de sus compañeros, ya que su aparición trajo alegría al pelotón, su presencia ha sido clave para levantar el ánimo de los militares que pasan largos meses en operaciones.

La historia de Rafa demuestra que los lazos entre humanos y animales pueden cambiar vidas y generar esperanza en los escenarios más adversos. Lo que comenzó como un acto de compasión, terminó convirtiéndose en un vínculo de amistad, lealtad y protección mutua y le recordó al mundo que, incluso en medio del conflicto, la bondad y la empatía pueden florecer.

Fuente: El País

 

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