La naturaleza sufre más que nunca violencias de todo tipo. Y todas ellas golpean gravemente el orden ambiental, una enumeración superficial reiterada deja constancia de la crisis:

El ser humano que históricamente se ha servido de la compañía de los animales mediante la domesticación, recurre con terrible frecuencia a la violencia contra sus mascotas o contra animales que le prestan innumerables servicios domésticos.

Sin ser `puntuales y al azar de las noticias de la última semana, se sabe que por diversión hay quienes gozan con actos crueles con sus mascotas llegando hasta producirles la tortura y la muerte a animales de compañía como perros y gatos; el uso de caballos como objetos de comercio, los someten a cabalgatas que no pocas veces dejan a ejemplares muertos en las crueles exhibiciones; aunque reducidas, persisten en algunos lugares las exóticas corridas de toros y similares espectáculos para satisfacer morbos convertidos en “cultura” y “fiesta”; la cacería es otro “deporte” atroz que aún se practica; el abuso laboral de animales como bueyes o caballos en las faenas agrícolas o de tracción, son vergonzosos espectáculos; la explotación industrial de la pesca marina y fluvial se ejerce con abusos que atentan contra la misma razón de los humanos.
La lista es larga y los resultados, fatales…

A manera de ejemplo, mencionemos los riesgos de supervivencia de muchas especies, por ejemplo, la de las toninas en nuestros ríos y las focas del polo norte de las cuales se informa que tres especies de ellas están casi extinguidas. Y se sabe que el caimán aguja de nuestros ríos ha desaparecido….

A la larga lista de latrocinio que se practica contra los seres vivos, de nuestra fauna, debemos agregar la violencia con que se destruyen los bosques y las selvas, los páramos y los humedales; la deforestación con varios fines algunos de ellos ilegales y criminales como es el cultivo de coca y otros estupefacientes que traen consigo la violencia entre humanos y contra su salud. El llamado desarrollo o el abusivo turismo convierten la naturaleza en mercancía para mercados criminales que consolidan a nivel universal el imperio de las mafias o el exterminio de las guerras que parecen caracterizar la vida contemporánea….

Y más acá en el supuesto mundo de la modernidad centrado en las urbes y sus abusos expansionistas se rinde culto al desperdicio a cambio de la muerte famélica de otros desclasados o subdesarrollados: es así como el soberbio poder del consumo se da el lujo vergonzoso de convertir en basura el 30% de los alimentos en tanto un 30% de la humanidad no cuenta con el alimento básico para su subsistencia en la más grandilocuente muestra de violencia que desdice de la inteligencia del hombre, los gobiernos y sus formas de vida.

Este marco de depredación contra la naturaleza, es el referente del peligro en que zozobra la existencia y cuyo actor fundamental es el llamado ser inteligente cuya avidez económica y política, cuyas calidades depredadoras de consumo y desperdicio gobiernan al mundo y producen las guerras; los que a nombre del imperio hacen programas de paz como en Gaza, para engordar los desastres étnicos con fórmulas mañosas de paz; los mismos que amenazan el orden ecológico en pro de sus suicidas ambiciones.

Algunas de las observaciones anteriores son apenas noticia: “Cuando el maltrato animal se convierte en mecanismo de violencia doméstica” es el titular de El Espectador de 20 de juljo de 2025, página 48.

Fuente: Fundaci´n Amigos del Planeta S.H.

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