Durante años, el musgo ha sido ignorado o eliminado como si fuera una simple maleza, pero un estudio reciente publicado en Nature Geoscience revela que estos organismos modestos desempeñan un rol esencial en la salud del planeta. Lejos de ser decorativos, los musgos participan activamente en el equilibrio del ecosistema: mejoran los suelos, refrescan el entorno y desempeñan un papel clave en la captura de carbono.
El estudio analizó muestras de suelo de todos los continentes y descubrió que los musgos almacenan alrededor de 6,43 mil millones de toneladas métricas de carbono más que los suelos desnudos de las regiones semiáridas. Para dimensionarlo, es seis veces el total de emisiones anuales provocadas por los cambios globales en el uso del suelo, como la deforestación o la urbanización.
Pero el hallazgo va más allá del carbono. Los suelos cubiertos por musgo presentaron mayores niveles de nutrientes esenciales, tasas más rápidas de descomposición de materia orgánica y menos patógenos de plantas. Estos beneficios ocurren sin necesidad de raíces profundas ni árboles frondosos: los musgos, como los bosques, estabilizan el microclima del suelo y crean ambientes más saludables para los microorganismos. Además, pueden prosperar sobre piedra, arena o superficies salinas, sin depender de un sustrato fértil.
Se estima que estos pequeños organismos cubren más de 9 millones de kilómetros cuadrados del planeta, un área comparable a la de Canadá o China.
Uno de los aspectos más fascinantes del musgo es su capacidad para adaptarse a entornos extremos donde otras plantas simplemente no pueden sobrevivir. En suelos arenosos o salinos, en zonas con lluvias irregulares o climas áridos, el musgo no solo se mantiene, sino que mejora las condiciones del ecosistema. Esto lo convierte en un recurso ideal para estrategias de restauración ecológica en áreas degradadas o vulnerables al cambio climático. No solo capturan carbono, también retienen humedad, regulan la temperatura del suelo y aportan sombra. En otras palabras, funcionan como pequeños sistemas de climatización natural.
Incluir el musgo en políticas de conservación, restauración y planificación urbana podría ser una estrategia eficaz, accesible y de bajo costo frente a los desafíos ambientales del siglo XXI. Porque cuando se trata del futuro del planeta, cada centímetro verde cuenta —incluso el más pequeño.
Fuente: Cerebro Digital