Groenlandia, la isla más grande del mundo, que hace parte del extremo norteamericano, frente y junto a la zona ártica del planeta, por su naturaleza climática misma, mejor que región alguna conoce y es consciente de los procesos climáticos que afectan al mundo cuya crisis es evidente en los últimos sesenta años.
No se necesita ser científico –anota la cronista-, para entender y observar los cambios climáticos que alteran las temperatura, el régimen estacional, las lluvias, los niveles del mar en los bordes continentales, con todas sus consecuencias económicas, agrícolas, urbanas y sanitarias; una región inmensa como Groenlandia, sometida desde siempre a situaciones extremas, registra con asombro los crecientes avances del cambio climático y sus consecuencias humanas y ambientales. El fenómeno no es menor y mide la crisis del mundo en este sentido, tanto como las causas y actores de lo que ya se sabe, sería una catástrofe universal, dicho y entendido sin dramatismos alarmistas.
Inestabilidad de las capas de hielo que a poco cambiarían su estructura de forma radical e irreversible que implica cambios en los niveles costeros del mar –“el aumento del nivel del mar será inevitable”…ha dicho-, con “capacidad suficiente para elevar 7.4 metros el nivel del mar en toda la tierra con sus obvias consecuencias…”Científicos creen que el 2023 será el año más caluroso registrado hasta ahora”…”los cambios en el Ártico podrían afectar a sus propias comunidades, incluso a las que están a miles de kilómetros de distancia.”… “(todo) esto requiere un esfuerzo concertado y sostenido para limitar el aumento de la temperatura mundial…” porque, “el mensaje de Groenlandia es claro: el hielo no negocia”
